"De literatura nadie se ha vuelto loco, a menos que seas Don Quijote y quieras contagiar a un Sancho Panza."

VISTAS

jueves, 20 de julio de 2017

"El país que viene"

Participación del lanzamiento del libro "El país que viene: jóvenes en el exterior".

De las cosas que vienen sin tener una justificación clara de su llegada, pero que vienen con un objetivo claro: cambiarnos por completo. 
Ahora tengo el gozo de contarles sobre mi "inesperada" participación en el lanzamiento del libro "El país que viene: jóvenes en el exterior".

***
Eran las 2:30 pm y yo aún no salía de mis clases normales, ansioso porque no me fuera a agarrar la tarde ya que para ese día había sido invitado como espectador para el lanzamiento de un libro. 

Al llegar a casa me relajé un tanto para luego comenzar a "alistarme" (pongo entre comillas porque cualquiera se imaginaría todo un largo proceso para elegir la mejor ropa y el mejor peinado, este no es el caso), buscar mi camisa de la suerte para eventos en los que requiere formalidad, sin faltar: mi corbata favorita. El tiempo transcurría y sentía sobre mí un peso enorme por ser puntual, quizá eso quería decirme algo. Mientras buscaba todos mis "tiliches", presionaba a mamá para que se decidiera rápido de entre acompañarme o no. Al final, se decidió por ir conmigo. 

Mi hermano quedó de pasar por nosotros justo a las 3:15 de la tarde, demasiado temprano para evitar el tráfico de la zona y llegar con todo el tiempo necesario; después de un largo proceso para decirle a mamá cuál era su mejor  “outfit" para la ocasión, concordamos que combinar colores amarillos era la opción (ya que yo iba de color crema). Después de un rato los dos estábamos más que listos para agarrar "vuelo" y asistir al evento. Mientras, había algo en mí que me inquietaba, era como una especie de nervios sin yo saber el motivo que los provocaba. Eran las 3:45 y el que buscaba evitar el tráfico, mi hermano, se vio envuelto en él muchos minutos antes de que llegara por mí. Yo no sabía si todas las llamadas que hice a mi hermano hicieron que el carro volara o qué, pero al final llegó por nosotros, tarde, pero lo hizo. 

Mamá iba ansiosa ya que no es usual que ella sea partícipe, de alguna forma, de eventos así. Hay momentos en los cuales necesitamos hacer cosas con urgencias o suplir ciertas tareas con anticipación, pero como que la vida te va poniendo pequeñísimos obstáculos, en muchos de los casos es el tiempo, justo lo que me pasaba. Gracias a Dios es una buena manera de justificar mi llegada tarde al evento. 

Ya eran las 4:45 de la tarde cuando nosotros apenas estábamos en camino, cerca de nuestro de destino de llegada pero con un kilo de carros esperando pasar en frente. Las ansias del "no quiero llegar tarde" se agudizaban cada vez más, ya que no quería recibir en mí todas las miradas de los espectadores al verme pasar apresurado porque había llegado tarde, es penoso. Después de todo el caos que se había apoderado de nosotros, por fin habíamos llegado sanos y salvos al lugar en el que se desarrollaría el evento. Si a mamá ya se le había olvidado correr, pues ahí volvió a recordarse de cómo era, pues nos tocó que bajarnos una cuadra antes para poder llegar a tiempo y correr lo que restaba del camino. 

Yo ni siquiera estaba consciente de que era necesario llevar un saco para derrochar formalidad ahí dentro, y por supuesto, la "guapura" de la que carezco. Nos adentramos al local y el evento aún no había comenzado, pero sí, todos los invitados ya estaban en su respectivo lugar, sólo faltábamos mamá y yo en aquellas dos sillas de la sexta fila. 

El evento dio inicio con un vídeo, para luego pasar a los respectivos discursos de cada uno de los invitados principales. Desde mi silla lograba ver allá adelante a la ex canciller de la república (2004), la Sra. María Eugenia Brizuela de Ávila, seguida por la actual Viceministra para Salvadoreños en el Exterior, la Sra. Liduvina Magarín. A su lado el actual Vicepresidente de la república el Sr. Óscar Ortíz, a quién le seguía el actual presidente de la Asamblea Legislativa el Sr. Guillermo Gallegos junto con la Diputada Margarita de Escobar, y, para finalizar, el editor del libro Diego Echegoyén. Todos ellos sonreían a alguien del público, no sé a quiénes pero lo hacían, mientras, yo los miraba con inquietud y asombro ya que era primera vez que los veía en persona. 

El evento siguió con normalidad, cada uno dando su respectivo discurso (cabe destacar que fueron interesantes). El evento no tenía ningún fin político, ya que el único objetivo es juntar diferentes visiones del país para llegar a un punto de acuerdos entre sí.

Habían pasado todos menos el editor del libro, Diego, a quién escuché con atención desde el principio sin sentir nada de nerviosismos. Supongo que ya estaba planeado romper el protocolo de su participación para que en un abrir y cerrar de ojos mencionara mi nombre y me hiciera pasar al frente de todos. En el momento yo no sé si la presión se me subió o bajó o aprendí a levitar y caminar por sobre el aire, pues los nervios se me pusieron de punta ya que no estaba preparado de ninguna manera para hacer mi participación (más que en vestuario, he de creer). Mi mamá en el momento me vio con asombro y asustada por el hecho, pues ninguno de los dos sabíamos lo que iba a suceder. Me paré y escuché a lo lejos las palabras de mamá con un tono entre cortado: "no te vayas a equivocar" -Gracias mamá, porque aunque esas palabras no eran las indicadas para el momento, en el fondo tenían todo el apoyo del mundo. Caminé hacia el pódium y volteé a ver a unos autores del libro que me miraban con asombro, y con una "sonrisita" que no me animaba a nada más que a pensar que podía equivocarme estando yo arriba. Sin embargo la sensación de haber levitado por todo el pasillo aún no se me va de la mente y aún la percibo. Mientras tanto, Diego, seguía dándome la bienvenida desde allá arriba, subí las gradas y recuerdo que vi con cara de "Sra. Por favor máteme", a la Diputada Margarita de Escobar, quien me contestó con una cara que me dio ánimos y que, hasta cierto punto calmó mis nervios en menos de un uno por ciento, después, volteé a donde estaba la Viceministra, quien entre los dientes me dijo "tú puedes" -A veces estas dos palabras son necesarias para hacernos creer que todo se puede y no tener miedo a enfrentar nuevos retos. A todo esto yo no sabía que iba a tener una participación verbal en el evento, yo pensaba que solo iba a pararme ahí y medio "sonreír" (entre comillas porque esa ni era sonrisa, era más una cara de "ya, bájenme de aquí"). Cuando Diego me cedió el micrófono, recuerdo que de entre la multitud buscaba a mamá y a mi mentora, errando en el intento, lo único que logré ver eran un montón de cámara en frente, suceso que no ayudó en nada para calmarme, al contrario, las ansias incrementaron. Por suerte, Diego ya había impreso un documento que le había enviado días antes en el cual le comentaba lo que yo pensaba sobre la edición pasada de libro, por lo que yo solo releí una parte al público. Mientras, en mi cabeza sucedían un montón de cosas: pensaba en las cámara a mi alrededor, en las personas importantes que habían asistido, en mi inexperiencia en eventos de tal magnitud, en el qué dirán de las personas del público, en resumen pensaba en todo. Mientras leía, volteaba mi mirada a la multitud, -quienes me veían con cara de asombro y asintiendo con la cabeza a todo lo que yo decía, no niego que por un momento me sentí como si era mi primer discurso presidencial. Añadí palabras al discurso sin leer, expuse mi pensamiento respecto a la temática que se abordaba ese día, pues no quería solo leer y que eso fuera todo, quería ponerle mi toque. Por fin terminó toda esa odisea de sensaciones encontradas en frente de todo el mundo y finalicé mi discurso. Mientras todos aplaudían, yo aún seguía levitando por el escenario, dirigiéndome a saludar a los que estaban al frente. Cada uno de ellos me dio palabras alentadoras que me animaban a cortar mis nervios de una sola vez. 

Recuerdo que al bajar, mi mentora me vio con cara de asombro y de preocupación, pues ella ya sabía todo lo que iba a pasar gracias a que Diego le había comentado antes. Me dirigí donde ella y me recibió con un fuerte abrazo y diciéndome que todo lo que me proponga lo puedo lograr, asimismo, trataba de calmarme, ya que mi cuerpo aún no terminaba de superar el hecho y seguía temblando inconscientemente. Después me dirigí a mi asiento junto con mamá, quien ya me esperaba con unos ojos llorosos y con ganas de soltar el llanto de alegría. Aún y con mis nervios de punta, traté de calmarla. 

Al finalizar el evento se me acercaron varias personalidades influyentes, uno de ellos era un joven que formaba parte de la embajada de China-Taiwán, seguido por el apretón de manos final por parte del Vicepresidente, y el elogio de todos para con mi madre, y así sucesivamente. El evento finalizó y nos dirigimos a casa junto con mamá. 

***
Con esta pequeña historia no quiero nada más contarla, sino, dejar una pequeña reflexión. En la escuela siempre nos han enseñado de que la vida está llena de retos y que hay que afrontarlos con valentía. Al final, todo reto es una experiencia vivida que te deja enseñanzas y te hace creer y darte cuenta de cuán capaz eres de hacer las cosas, a no rendirte ante cualquier adversidad y a seguir adelante pese a lo que pese. Yo expongo mi caso en un relato corto y que para muchos podría no tener relevancia, pero así como yo tuve que demostrarme a mi mismo cuán capaz era, así hay jóvenes que se lo demuestran a diario de muchas formas diferentes: estudiando para mejorar su futuro y la su familia, trabajando, o simplemente tratando de sobrevivir ante todos los problemas que nos asechan como jóvenes. 

El libro "El País que viene" es una iniciativa que busca recolectar los pensamientos e ideales de los jóvenes salvadoreños, jóvenes que aspiran a trabajar por un mejor país. Un libro que demuestra que no hay barreras políticas y diferencias ideológicas cuando se tiene un solo fin: el deseo de ver un mejor país con todas las condiciones necesarias para que nuestra población pueda desarrollarse libremente y como de verdad lo merece.

Agradezco infinitamente a Diego Echegoyén por haberme permitido pasar al frente y creer no solo en mí, sino también en todos los jóvenes de El Salvador. 



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